Las medusas son la nueva fuente de la eterna juventud en China
Que comen alacranes y hormigas, que las cucarachas también las comen rebosadas y no le temen a la carne de rata frita con arroz y verduras, que son chinos y les preocupa demasiado la belleza y lisura de la piel, que además son uno de los continentes más poblados del mundo y su ambición y adaptabilidad hace que estén regados por toda la geografía planetaria.
A todo lo anterior, un gran sí; sin embargo desde el año pasado una nueva moda está reinando en la gastronomía china: se trata de las medusas, esos seres marinos misteriosos, de pieles transparentes y colores mágicos, que esconden en su hermosura un veneno mortal, pero que además científicos han difundido que en su composición química son ricas en colágeno.
El colágeno es una proteína muy codiciada por la cosmética y medicina, debido a su capacidad regenerativa de la piel, el cabello, las uñas y las articulaciones. Consumiendo una dosis generosa al día es posible cultivar una piel más flexible y lozana, además de ayudar a mantener nuestras rodillas y brazos más tonificados. En pocas palabras: ¡Juventud, Juventud!
Utilidad médica
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Científicamente, el colágeno puede ser inyectado para prevenir el envejecimiento prematuro de las células del cuerpo; entonces tratándolo con precaución podría ser empleado en el tratamiento contra el cáncer en un futuro.
En farmacias y droguerías autorizadas se le consigue en cápsulas blandas y, algunas veces, en polvo con aplicaciones estrictamente para la piel. Recordemos que en la cultura china, el cuidado de ésta es muy importante para la población femenina, no en vano el 90% de las mujeres parecen sacadas de fábricas de cerámicas, con pieles color leche y de una textura lisa increíble.
En 2016, el diario local Metropolitan Express de Zhejiang reportó un incremento en la demanda de las medusas e informó la gran novedad: las mujeres las comían en ensaladas y pastas frías, sobre todo, en la temporada de verano debido a su frescura.
Un dato curioso es que encontrar medusas no es tarea fácil para los pescadores, quienes no llegaron a cubrir ni el 40% de la demanda. Situación que encendió la mecha para la aparición de las primeras fábricas clandestinas de “falsas medusas”, de sabor textura muy parecidas a las originales, pero menor sabor a pescado y –mucho peor- menor cantidad de colágeno.
Como siempre las reflexiones nos conducen a la memoria popular, que va más allá de China y que siempre es sabia: ¿qué tanto haríamos por ser bellos eternamente? ¿sacrificaríamos la buena salud? ¿nos expondríamos al veneno mortal de las medusas? Los atrevidos e inflados con el síndrome Dorian Gray, de seguro no tendrían reparo en consumir estas ‘falsas medusas’ con la promesa de conservar la belleza perenne, el otro porcentaje, de pronto apostaría por eso que tanto cuesta: aceptarnos así, con nuestros defectos e imperfectos, como la naturaleza misma, que entre sus curvaturas acuna la belleza más sublime y enigmática, esa que escapa a piel y color de uñas.
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