Pueblos mágicos de México (primera parte)
Es el país más grande de América Latina, cobija monumentos y ruinas de dos de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica y la cantidad de colores, texturas y olores que inundan sus tierras es un disparador para cualquier viajero que desee descubrir una región mágica, llamada México.
Así como en cualquier país latinoamericano, el país azteca se compone de pueblos que han sabido mantener sus construcciones coloniales e incluso, se levantan sobre ruinas indígenas que, también, sorprenden a medida que los recorremos o tomamos alguna fotografía. Esos rincones con edificios de piedra, fachadas con grandes ventanales y olores provocadores saliendo desde techos de adobe son los conocidos como “Pueblos mágicos”.
La última lista publicada a inicios de 2017 revela que estos pueblos superan los 100 y están distribuidos por todo el territorio mexicano, cuentan con el apoyo del Estado y su gente es la principal promotora del resguardo de sus tradiciones.
Por la cantidad es imposible hacer una lista que los abarque por completo, pero cinco es un número que nos gusta, así que empecemos este nuevo capítulo de pueblos mágicos mexicanos con los siguientes destinos:
Bacalar (Quintana Roo)
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Ubicado en el límite con Belice y bañado por el Mar Caribe, este pueblo consiste en pocas casas rodeando la maravillosa laguna de los siete azules. Así como lees, todos en Bacalar te insistirán y mostraran los siete tonos de azules que se forman en esas aguas que son su hogar.
En el poblado se erige el Fuerte de San Felipe, un castillo que en otrora sirvió de refugio y defensa frente a los piratas y que hoy se impone como mirador natural y sitio de importancia histórica.
Pese a estar bañado de mucho sol y agua, los alrededores de Bacalar están rodeados de bosques que antiguamente fueron ocupados por los mayas. Por lo tanto, una buena actividad es salir de explorador en búsqueda de templos o hallazgos milenarios.
Cadereyta de Montes (Querétaro)
Diversidad es una buena palabra para describir este rincón mexicano; un poco desierto, mucho bosque y una pequeña isla con un campamento ecoturístico que, cada año, incrementa el número de visitantes atraídos por la exuberancia de su geografía.
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La historia del pueblo puede recorrerse en sus ruinas prehispánicas, que datan del 400 d.C y sus templos franciscanos con leyendas sobre el pasado colonial.
Capulálpam de Méndez, Oaxaca
Pronunciar su nombre puede complicarte un poco, pero querer abandonarlo después de caminar sus calles empedradas, dormir en una de sus casas de adobe y teja o probar su rica cocina, será mucho más difícil que cualquier problema fonético.
El estado de Oaxaca goza de una riqueza cultural impresionante, con textiles, artesanías y fiestas de reconocimiento mundial, que unen en un solo lugar creencias mayas y aztecas mantenidas como una ofrenda histórica a su pasado.
Hacer turismo religioso es otra de las alternativas en Capulálpam, pues en el templo San Mateo se encuentran retablos con orígenes en los siglos XVI y XVII, conservados hasta la fecha como testigos de la época.
Cholula, Puebla
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Es una de las ciudades antiguas más pobladas de México, en su geografía se encuentra la pirámide más importante del país, además de ser hogar del monumento al Dios más importante de las culturas mesoamericanas: la serpiente emplumada o Quetzalcóatl. Su dimensión supera los 186 mil metros cuadrados.
Cuentan los archivos que el crecimiento de Cholula sólo pudo ser superado por la emancipación de Tenochtitlan, antigua capital azteca, hoy conocida como el Distrito Federal o capital de la nación mexicana.
Mineral de Pozos (Guanajuato)
Antigua ciudad minera de gran importancia para el país, que al extinguirse sus riquezas fue abandonada por un siglo entero, debido a la imposibilidad de otra actividad económica.
Las calles del pueblo lucen descascaradas y amarillentas, pero sus ruinas son el mejor testigo de una época de abundancia que no supo encaminarse a un destino feliz, pero que desde 2012 resurgieron para contar sus leyendas a México y el mundo.
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La fecha anterior se corresponde a su inscripción como pueblo mágico, título que lo hizo atractivo para los habitantes de sus alrededores quienes regresaron para llenarlo de vida con propuestas gastronómicas y artísticas.
Mineral de Pozos es el mejor ejemplo de cómo nuestra historia puede aprovecharse para el desarrollo de un lugar, su rescate y difusión cultural e inmaterial. Hoy, este pueblo se luce como un nuevo destino mexicano, con leyendas mineras por contar y ruinas abiertas a sus descubrimientos para curiosos y visitantes sedientos de la riqueza latinoamericana.
En una próxima entrega seguiremos recorriendo México desde la magia de sus pequeños pueblos.