Rincones entrañables en Venezuela (primera parte)

Rincones entrañables en Venezuela (primera parte)

Rincones entrañables en Venezuela (primera parte)

Todos lo saben. Venezuela es mar, desierto, montaña, selva y llanuras; y en medio de toda esa diversidad hay espacio para rincones que cada año se hacen más entrañables, sea porque son un recuerdo de nuestra infancia o, sea porque nos recuerdan que la amabilidad y hermosura siempre están ahí, pese al caos de las grandes ciudades.

Los andinos son los más nostálgicos y son también los preferidos de viajeros nacionales e internacionales, debido a que han sabido mantener muy vivas sus tradiciones, además de estar habitados por personas bondadosas, siempre dispuestas a atenderte con la mejor de las sonrisas. Los de la costa le siguen en preferencia, porque huelen a mar y están poblados por millones de palmeras, esa sombra que tanto se disfruta cuando el sol quema.

Aunque algunos son por demás conocidos, preparé esta lista con mis favoritos.

San Pedro del río

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[via tierradegracia.net]
Camino a la capital tachirense hay un desvío que te conduce a San Pedro, un rincón mágico de Los Andes venezolanos con calles empedradas, casas con ventanales decoradas con flores de colores y el ruido del río tan cerca que, a veces, sientes muchas ganas de darte un baño pero advertencia: el agua es muy muy fría. La neblina que cae a la noche es la mejor ilustración.

Para mí, este rincón venezolano es el mejor recuerdo de vacaciones en familia, cuando apenas tendría unos 10 años y todavía caminaba de la mano de mi mamá.

Bailadores

[vía edumatica-ULA]
Si viajas a Mérida desde la ciudad de El vigía también verás un anuncio con el nombre de Bailadores, un pueblo enclavado en los andes merideños, famoso por el cultivo de sus rosas repartidas por todo el país.

Para quienes amen las fresas con crema, Bailadores es el mejor lugar porque allí también están las más dulces, rojas y jugosas frutas andinas. De mis paseos adolescentes recuerdo la enorme cascada, las paradas en la carretera para comer cachapas y esos parques con columpios y carritos con la montaña de fondo y la neblina siempre moviéndose después de las cuatro de la tarde.

Chuao

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[via euniversal]
Aunque se ha perdido la costumbre de decir que en Chuao se cultiva el mejor cacao del mundo, mujeres y hombres continúan dedicados a su cultivo. La mejor postal del pueblo costero siempre será esa plaza, frente a la iglesia, repleta de semillas del fruto puestas ahí para que el sol haga su tarea.

Ubicado en las profundidades del estado Aragua, Chuao está rodeado de Caribe y es vecino de otra consentida: Choroní, para muchos la mejor playa venezolana.

Sinamaica

[vía meridithkohut]
El pueblo añu o paraujano vive rodeado de agua, en unas casas hechas con madera llamadas palafitos que sirven también de decoración a la laguna Sinamaica, ubicada en La guajira venezolana; muy cerca de la frontera colombiana.

Para los añú el agua es su piso, es fuente de alimento y es canal de transporte, gracias a canoas construidas con la misma madera que las casas.

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Un recuerdo me dice que sobre esos palafitos comí los mejores tostones de mi infancia.

San Francisco de Yuruaní

 Dentro de la enigmática Gran Sabana está el pequeño pueblo de San Francisco, hogar de la comunidad indígena Kumarakapay. Sus calles arenosas y sus casas de amplios techos de paja y materiales reciclados dan la bienvenida y sirven como ventana hacia la ruta de los tepuys, formaciones más antiguas de la humanidad.

Cerca del pueblo también está el Monte Roraima y el Auyantepui o Salto Ángel, dos bellezas naturales que te sembrarán en Venezuela.


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