Oriente ecuatoriano para paladares valientes
Cuando hacemos un viaje hacia lugares apartados de centros urbanos tenemos que asumir la valentía de aceptar sus riesgos y uno de ellos se relaciona con la alimentación que el destino tenga para ofrecer, claro esto si nos embarcamos en una travesía anti-paquetes turísticos y repleta de integración con la cotidianidad de la zona.
La Amazonía es el bosque tropical más extenso del mundo y en esa inmensidad se ocultan secretos, comunidades refugiadas en la espesura de sus verdes y costumbres milenarias que aún hoy se mantienen.
De los nueve países que la comprenden es Ecuador uno de los más chicos en territorio, pero en estos kilómetros hace vida el pueblo Shuar, etnia jamás conquistada por el Inca y que mantiene su fidelidad a tradiciones ancestrales, como la de alimentarse con productos provistos por la naturaleza, sin químicos ni edulcorantes.
Para llegar a ellos la ruta es la provincia amazónica de Morona Santiago, ubicada en la parte oriental del país, rodeada de ríos, plantaciones de plátanos y caminos sin asfaltar. Una consigna tiene el Shuar y es irrevocable: “Si te quedas aquí comerás lo que come el Shuar, no podrás rechazar. Si lo haces también rechazas nuestra cultura”. Y es verdad, porque les escribe una viajera que convivió y comió de sus mesas por más de una semana.
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Después de tamaña experiencia, son cinco sabores los que siempre recuerdo como los más auténticos y también los más arriesgados para aquellos de paladares débiles:
La chicha
Alimento milenario preparado por las mujeres del grupo familiar. Es perfectamente el sustituto de vasos con agua y el acto de tomarlo es un ritual cotidiano en cualquier familia shuar.
Todos se sientan en círculo y van pasando la vasija (también llamada tótuma) llena de un líquido espeso y fermentado. Se prepara con yuca masticada y se deja por varios días hasta conseguir la consistencia y el sabor necesario. Es fuente de energía, es símbolo de tradición shuar.
Tubérculos con sal y ají
Los alimentos básicos son una variedad de tubérculos como la yuca, la papa china y el camote, tanto dulce como salado. Se consumen a diario en los tres platos y, generalmente, se sirven cocidos en agua acompañados por una vasija con sal y ají triturado para condimentar.
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Carnes silvestres
Una práctica muy viva para los hombres shuar es la caza de animales silvestres. Es común que los padres de familia se organicen para recolectar presas en viajes que pueden alargarse por varias noches, pero que tienen el propósito de alimentar a un gran número de personas de la comunidad.
Animales como el jabalí son los más buscados, así como cangrejos y peces y las suculentas ranas cazadas también por mujeres y niños en noches de luna llena, sin más iluminación que esa.
Gusanos de palma
Es, quizá, la prueba mayor para paladares muy urbanos y se trata de los gusanos, larvas o mukinis hallados en el tronco de los gigantes árboles de palma ecuatorianos. Para los Shuar y otras etnias amazónicas, como los Waraos en Venezuela, son sinónimos de energía y es común comer hasta un balde completo antes de iniciar la jordana de trabajo diario.
Se le puede comer crudos, ahumados o hasta fritos. Lo más difícil es masticar su piel chiclosa, pero una vez que la grasa de su interior haga contacto con nuestra lengua, el riesgo se habrá convertido en un líquido mantecoso y hasta sabroso.
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Frutas amazónicas
Desde papayas, cañas de azúcar, maracuyás, cacao, limas y limones, uvillas, guayabas y hasta achiote encontrarás en el bosque del Oriente ecuatoriano. Frutas amazónicas que no tienen dueño, que están ahí para ser comidas sin el protocolo de cubiertos o manteles en las mesas y que son compartidas por los Shuar como un regalo de la naturaleza.
Si vas a territorio amazónico, olvídate de las normas de etiqueta y asegúrate un boleto valiente a la integración como ingrediente perfecto para conocer la cultura del lugar.